(Abismos. Diciembre 2005. Vísperas de fin de año)
Cuando trabajaba en la fábrica de ropa interior, estaba a cargo entre otras cosas, de las producciones de fotos para el catálogo. Si bien me pagaban muy poco, y me trataban peor, a veces extraño ese trabajo. Realmente me gustaba organizar los días de tomas. Las de Invierno se hacían en Estudio, y las de Verano en casas de barrios privados, de ventanales con vista al lago o al río, siempre en Zona Norte, cerca de la empresa y por suerte, de mi casa (lo que me permitía levantarme un poco más tarde, entre otras cosas).
En esa época tenía producciones todos los martes, y así conocí muchas casas, muchas familias, algunas normales, otras medio raras a mi entender. Muchas modelos sin ropa, muchas tetas operadas, algunas naturales, pero esto no viene al caso.
A veces me quedaba tildada desde alguna habitación, mirando los patos nadar afuera, pensando cómo sería no trabajar, como todas esas mujeres llenas de hijos. Al toque seguía prefiriendo mi vida, créase o no.
Una tarde cercana a las fiestas hacía demasiado calor. Mi jefa ya me dejaba ir sola, así que el ambiente era más relajado, incluso terminamos las tomas antes y a eso de las tres se fueron yendo casi todos. Si se enteraba me ahorcaba, claro.
Tenía que esperar hasta las cinco que llegara mi remise, y que viniera la dueña de casa. Nos quedamos solas las tres: una de las modelos, la chica que trabajaba de mucama (cama adentro) en la casa, y yo. Las tres teníamos veintiún años. Y cuántas diferencias. Charlamos mucho. La mucama cobraba en un mes la mitad de mi sueldo. La modelo ganaba mi sueldo de un mes entero, en un sólo día. Las tres queríamos que llegaran las fiestas para tener vacaciones después. La modelo iba a pasar un mes a Tailandia, con su novio líder de una de mis bandas preferidas de rock (si, la envidiaba mucho más por eso que por la playa, claro está). Yo me iba los diez escasos días que me correspondían, a mi MDQ natal con mi familia + mis amigas. La otra chica sólo quería pasar una semana en su casa con su familia, a quienes extrañaba todos los días. Fue una linda charla. nos reímos bastante.
Hacia el final comentamos los planes que teníamos para esa misma noche. De más está decir que ellas dos jamás se cruzarían un viernes. No creo que quiera conocer Rumi la chica que iba a ir a la bailanta. Tampoco la modelo entraría al bar-cueva que solía ir yo.
Sin embargo, yo podría haber ido a cualquiera de los dos boliches. Y ser un sapo de otro pozo por una noche...