What I really wanna know, my baby

(Diciembre 2005. 2 am. Caprichos off. Calor, río & cerveza)

Esa noche tocaba Nonpalidece, pero a último momento decidimos no ir. Hacía mucho calor y era el último sábado *libre* del año, ya que aquél diciembre las fiestas cayeron en fin de semana. Me invadía una sensación claramente bajón, difícil de explicar. Ganas de estar sola y con gente, de salir y de quedarme en casa, bastante gataflórico. Leo me mandaba mensajes de texto para hacer algo. Si bien yo estaba en pleno enamoramiento unilateral con él, no le respondía. Odiaba que no se diera por enterado, y ya bastante había flasheado la noche anterior en el cumple de una de mis amigas del club dorado, donde lo había tenido pegado toda la noche. Con las chicas por aquél entonces solíamos ir a un bar frente al río, en el cual habíamos pasado la mayoría de los fines de semana entre cervezas y rock nacional.
El mesero me volvía loca. Me había gustado desde el primer día que fuimos al bar. Para variar, no sabía cómo hacérselo notar. Además capaz él no lo quería notar. En todo el año no supe cómo acercarme, pero esa noche, con mi humor y autoestima tan por el suelo, me salió naturalmente bien. Ni yo me lo creí. Las chicas se fueron y me quedé. Me fui del bar con él. Amaneció en el río mientras me hablaba mucho en el auto. Me acuerdo de mí, sin prestarle nada de atención, pensando en las ganas que tenía de que se me tirara encima. Varios viernes me había imaginado eso, y estaba tardando mucho. Pero eso hacía que me encantara un poco más. Cuando finalmente creí que no me iba a tocar, me agarró la cara con las manos, así medio bruto pero bruto-copado y el beso fue tan pero tan bueno que no pensé más en tantas boludeces y me dediqué a disfrutar el momento. Ese momento tan lindo de sacarte las ganas de alguien, conseguir justo y exactamente lo que querías y tachar un capricho de la lista...