Summer stretching on the grass

(4-días-para el mar.com.ar)

A una semana de cumplir años, estoy intolerante. Definitivamente ya no aguanto mucho más. Estos cinco días laborales se me van a hacer eternos. Y recién son las nueve. Y recién es lunes. No empecé a preparar nada de lo que tengo que dejar listo antes de irme dos semanas de la oficina. Me está empezando a importar un carajo esta empresa, este puesto, este trabajo. Ya puedo decir que extraño oficialmente a mi familia. No es que no me guste la casa de GH, al contrario me gusta mucho, pero ya no soporto estar en San Fernando. No soporto no estar caminando las cuatro cuadras hasta la playa. No soporto no estar nadando lejos entre las olas. Ni estar tan blanca. Ni no ver a mi Nonno jugando paleta-pared. ¿Estará la gata en mi casa? Esta mañana no la vi y temo que se haya escapado. ¿Qué le diría a mi hermano?. Quiero el llamado de mi mamá, que debe estar por llegar en un rato. Quiero decirles que quiero estar con ellos. Quiero recitales en la arena, quiero recitales en Gap. Quiero birra barata de Fidel y coquetear con provincianos. O porteños. Quiero comida árabe. Bosque Peralta Ramos. Quiero turrón de la Ita y los clásicos pancitos. Galletitas Lincoln con el té que me hacía la Nonna. Anoche me imaginé llegando a la cocina marplatense y me puse a llorar pensando en ella. Cómo acomodábamos todo al principio de las vacaciones. Tenedor, tenedor, colador, colador, mierdita, mierdita. Quiero comer hasta hartarme, tomar sol hasta cocinarme, jugar al truco cuando llueva. No quiero más esto. No quiero más estar acá.