Myspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter Graphics Myspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter Graphics Myspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter Graphics Myspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter Graphics Myspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter GraphicsMyspace Glitter Graphics, MySpace Graphics, Glitter Graphics El té de las seis: Sleeps with butterfies

domingo, 11 de marzo de 2007

Sleeps with butterfies

Myspace Layouts

Creo que uno de los peores errores para el desarrollo de mi vida sentimental fue leer tantas novelas. Desde muy chica me sentí atraída por todas esas historias que leía, veía por televisión, o imaginaba sola.

Si bien siempre me gustó leer de todo, a los trece años me volví adicta a los romances. Siempre elegí las novelas de protagonistas femeninas, para poder sentirme identificada, y si en algún momento del libro la protagonista en cuestión pasaba por mi edad, era doble el entusiasmo. Leía los mismos libros varias veces, y releía una y otra vez las partes felices. A veces ponía alguna foto o estampita a modo de señal, y después de un tiempo disfrutaba de nuevo ese fragmento. Me imaginaba a los personajes físicamente similares a actores de Hollywood y derivados, especialmente los masculinos, que por ese entonces siempre rotaban entre Leonardo Di Capio, Nick Carter y Paul Rudd. Para las mujeres, cuando no elegía modelos, o actrices que me gustaran, se me hacía fácil imaginármelas desde cero. No me pasaba eso con los hombres.

Pasaron los años, pasó mi adolescencia, y llegada la juventud sigo leyendolas, perdiéndome y deshaciéndome por las mismas partes. A los veintitrés, cuento con una concepción totalmente errónea sobre las relaciones, los hombres, el amor, las mariposas. Siento que me quedé atrás en todo. Atrás de quién, no se. Atrás.

Pasé de amor platónico a amor imposible, amor no correspondido. Nada era suficiente. Creía en el amor a primera vista. Nunca miré a los interesados en mi. Siempre buscando lo intrincado, lo que me provoque esa sensación de montaña rusa, de cambios de ánimo bruscos, de dramas deliciosamente sonrientes. Percibo la música de fondo aveces. Me sentí varias veces enamorada sólo de la situación. Caigo fácil. Un problema fue descubrir que hay hombres que dicen cosas mejores que las que leí en las novelas... Sólo me dieron un poco de material nuevo, para sumarlo a mi poderosa imaginación... Y tengo miedo de vivir sólo de eso... Siento que mi vida en este plano se va a alimentar siempre de imágenes gastadas, sueños despiertos y diálogos borroneados.

No hay comentarios.: